Quiero compartir con ustedes una parte muy importante de mi proceso personal. Hace un tiempo me sometí a una rinoplastia secundaria, luego de una primera cirugía que lamentablemente no resultó como esperaba. Tuve ciertas complicaciones por mi piel gruesa, lo que hizo que se generara granulomas, también reaccioné mal a la sutura, lo que provocó infección y una recuperación difícil.

Había visto el trabajo del Dr. Gustavo Bravo, por varios conocidos que se habían operado con él. Los resultados en ellos me encantaron. Desde el primer encuentro con el Dr. Gustavo me dió mucha confianza, me explicó minuciosamente, lo que había pasado con mi primera cirugía y lo que se corregiría en la segunda intervención quirúrgica. Me encantó que fue claro, muy profesional y al mismo tiempo fue muy cercano.

El día de la cirugía

Llegó el día. Ese día que uno espera con ilusión, pero también con muchos nervios. Confieso que soy una persona muy ansiosa, y los minutos antes de entrar al quirófano los sentía eternos. Mi mente estaba acelerada, pensaba en todo lo que había pasado, en la primera cirugía que no resultó bien, y en todo lo que podría salir mal ahora.

Pero entonces apareció el Dr. Gustavo. Se acercó antes de entrar a pabellón, me miró con tranquilidad y me preguntó cómo me sentía. Solo verlo ahí, tan presente y sereno, me cambió completamente el ánimo. Su presencia me transmitió una confianza profunda, esa que no se explica solo con palabras. Fue como si me recordara: “estás en buenas manos”.

Ese pequeño gesto, como estar ahí antes de entrar, tomarse el tiempo de hablarme, de calmarme. Eso marcó una gran diferencia para mí. No todos los médicos hacen eso. Ese momento reafirmó todo lo que ya sentía desde que lo elegí: que estaba con un médico que realmente se preocupaba por mí, no solo como paciente, sino como persona.

Día +1 al +15: Postoperatorio inmediato

La recuperación fue delicada, como se espera en una rinoplastia secundaria y en pieles gruesas como la mía. Pero nunca estuve solo. Dr. Gustavo estuvo pendiente de mí, resolviendo dudas, haciendo seguimiento, preguntándome cómo me sentía.

Eso hizo toda la diferencia. En ese proceso vulnerable, sentirse acompañado cambia todo. Hoy puedo decir que esa cercanía construyó no solo una recuperación más llevadera.

Día +30 y más allá: La evolución y la gratitud

Hoy estoy feliz. Mi respiración ha mejorado. La inflamación sigue su curso (como es normal), pero me siento cada vez más cómodo con mi reflejo. Más aún: me siento en paz y con mucha confianza en los resultados.

Lo que más quiero resaltar de este proceso es que no solo encontré a un cirujano excepcional, sino a una persona increíble, el Dr. Gustavo no solo se ocupó de mi operación, sino que ha estado pendiente de cada detalle de mi recuperación, preguntando, acompañando, y asegurándose de que me sintiera seguro y contenido en todo momento.

El Dr. Gustavo se ha vuelto un amigo. Alguien a quien respeto no solo como profesional, sino como ser humano. Por eso comparto esta experiencia: para quienes estén pasando por dudas, miedos o recuperaciones difíciles. Sí se puede volver a confiar. Solo hay que encontrar a la persona correcta.

Para mí, eso ha sido invaluable. La cirugía no es solo técnica; también es confianza, contención y sentir que alguien realmente se preocupa por ti. Y Gustavo ha estado ahí, en cada paso.

A quienes estén considerando operarse con el Dr. Gustavo, les digo:

• Vayan con confianza. No solo por su habilidad como cirujano, sino porque es una persona que realmente se involucra y se preocupa por ti como paciente y como ser humano.
• Si ya tuviste una primera operación y no fue lo que esperabas como yo, no pierdas la fe. Se puede volver a confiar cuando encuentras a profesionales como Gustavo.
• La recuperación toma tiempo, pero con acompañamiento verdadero, todo es mucho más llevadero.

Gracias, Dr. Gustavo, por su entrega, tu corazón y tu amistad.